Nicho en deconstrucción


El show debe seguir... o si no mentir

La banalización esta omnipresente en todos los aspectos de la vida cultural. Por ejemplo en el mundo musical, los movimientos que se generan "desde abajo" como una opción interesante frente a la constante “marketinización” de la música, lo que es hoy música masiva, vacía de contenido y sensibilidad, siempre, tarde o temprano, son cooptados por la industria y los medios musicales para transformarlo en un elemento disfuncional a lo que alguna vez fue y entrar en un camino de “desfalcamiento” sin retorno. Evidencia empirica: Lo que significo el “Punk” como movimiento no solo musical, sino generacional entre fines de los 70 y principios de los 80, se mostraba como una rebeldía legitima, nihilista y versatil hacia lo establecido, considerado como injusto. Eso mismo establecido ejercía la censura hacia grupos como Sex Pistols y The Clash (referentes de la sub-cultura punk). Con el tiempo esos mismos conjuntos fueron tentados por la industria discográfica, y así, sus letras contestatarias contra Margaret Tatcher y Ronald Reagan fueron desapareciendo paulatinamente, hasta convertirse en remedos de lo que alguna vez fueron.

Hoy, a mas de 20 años después, una gran parte de la juventud, de la generación “Y”, vuelve a adoptar la moda “Punk”, pero de un punk entendido como elemento funcional a que nada cambie, un punk que no rompe moldes sino que ayuda a darles mas forma. Ahora los referentes de este movimiento no son The Ramones, ni The Clash, ni Buzzcocks. Son Avril Lavigne (que dice nunca haber escuchado a Johnny Rotten cantar “God save the queen”), Blink 182 y Simple Plan entre otros. Los chicos y adolescentes dicen que como ellos no hay nadie igual, que quieren ser rebeldes igual que sus referentes. Son los nuevos "contestatarios", los anarquistas de romper cosas en un centro comercial y después comer una Big mac en Mc Donalds. De criticar a las marcas y después consumir MTV o comprar el ultimo celular que salió en el mercado, esto es la rebeldía de la posmodernidad. Los medios masivos venden el “nuevo punk” y otras sub-culturas también endulcoradas como vanguardistas, vinculadas a la resistencia. Uno al adoptar esas actitudes, se rinde "de pies a cabeza" al capital contra el que supuestamente se lucha.

Toda esta verborréa nos lleva a la conclusión de que así al individuo le imponen una sensación de pluralidad cuando en verdad todo no es mas que una uniformidad disfrazada, encubierta. Se banalizan los valores, las costumbres, y por sobre todo, se superficializa la capacidad de pensamiento del hombre.

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